Conducir de forma segura nos permitirá reducir la posibilidad de sufrir un accidente. Debemos tener en cuenta una serie de factores para mejorar nuestra conducción. Hay que conocer las limitaciones de uno mismo, así como conocer el entorno y la climatología ante la que conducimos. No es lo mismo conducir en lluvia que en nieve, en verano que en invierno y de día que de noche.
Para conducir en invierno es aconsejable contar con el equipamiento necesario, sobre todo cadenas y líquido anticongelante. Tener siempre el coche a la temperatura ideal y realizar algún curso de conducción para mejorar las habilidades al volante en situaciones complicadas de frío y nieve. En verano lo ideal es hidratarse bien, evitar viajar a horas muy calurosas y realizar los descansos y paradas necesarias.
Conducir de día es, a priori, lo más fácil. Los factores más peligrosos en estos casos son el tráfico y el “modo automático”. Son aquellas situaciones del día a día donde cogemos nuestro coche de un punto A, hacia un punto B, y no somos casi conscientes de estar conduciendo. Por la noche hay que ser todavía más cauto. Hay que procurar llevar los faros del coche en buen estado, disminuir la luz del habitáculo y respetar los límites de velocidad ya que la poca iluminación limita nuestra visibilidad.